SERÁS LO QUE QUIERAS SER

En el último año, he descubierto que me gusta la ópera. A veces veo vídeos en Youtube y me doy cuenta de que ya conocía algunas canciones o fragmentos célebres, o por lo menos me sonaban. Seguro que todos recordáis alguno, aunque sea de un anuncio o algo así.

Escuchando concretamente la ópera Rigoletto de Verdi, me dio por interesarme por el significado de sus canciones. Seguro que os ha pasado: oís una canción que os gusta en un idioma extranjero y no sabéis su significado, pero al buscar la traducción reafirmáis tal gusto, o reducís el mismo. Y es que hay letras muy profundas y otras no tanto.

Como os decía, buscando vídeos sobre Rigoletto descubrí uno que me llamó especialmente la atención. Se titulaba: La Maledizione (la maldición, en italiano). Al verlo quedé… Mejor os cuento un poco el argumento.

Rigoletto es el bufón de la corte del duque de Mantua. El duque es un conquistador nato y además se jacta de ello. Rigoletto se burla constantemente de los maridos, padres y hermanos de las doncellas que el duque ha seducido.

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Un día un noble se presenta ante el duque a pedir explicaciones, pues su hija también ha sido seducida por él. Por supuesto, Rigoletto se burla de él, como hizo con tantos otros e incluso sugiere al duque que lo aprese. El noble, harto de tanta injusticia, clama al cielo y lanza una terrible maldición contra el duque y su bufón, diciendo algo así como “tú que te burlas del amor de un padre, yo te maldigo y te advierto que será fatal para ti”.

Al duque estas palabras no le impresionan demasiado, no así a Rigoletto, que queda conmocionado al oír tan terribles deseos hacia él. Y es que ¿cuán profundos pueden llegar a ser los efectos de las palabras, de los gestos?

Por supuesto, al final de la obra nuestro protagonista, el bufón Rigoletto, cae preso del infortunio y exclama el que será el título del vídeo que os comentaba: ¡La Maledizione! Curiosamente, el duque sale ileso del trance. ¿Cómo es posible si él también estaba incluido en la maldición?

Y aquí es donde quería llegar con esto de Rigoletto. Uno cae víctima de la maldición y otro no ¿por qué? Simplemente porque uno se creyó tal maleficio y el otro no.

Cuando alguien nos dice algo malo, sobre nosotros o sobre algo o alguien, y nos lo creemos ¿hasta qué punto no lo convertimos nosotros mismos en real?

Hay un término usado frecuentemente en psicología que refleja este suceso. Se trata del concepto de profecía autocumplida o autorrealizada. El sociólogo R. Merton lo definió de la siguiente forma:

“La profecía que se autorrealiza es, al principio, una definición falsa de una situación que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva verdadera.”

En otras palabras, cuando tomamos algo por verdadero y lo interiorizamos, nuestro cuerpo y nuestra mente empiezan a cambiar, comienzan a reorientarse en la nueva dirección que hemos asumido como verdadera, como real.

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Así, sin darnos cuenta, acabamos siendo víctimas de nosotros mismos, de lo que hemos aceptado. Nuestras acciones nos llevan hacia un destino que consciente o inconscientemente nosotros mismos hemos trazado.

Otra definición, en este caso a cargo de W. I. Thomas, expone:

Si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias”

Entonces podemos afirmar que en parte somos lo que creemos ser. También a veces somos lo que los demás esperan que seamos. Podemos tener unas perspectivas negativas o positivas tanto sobre nosotros mismos como sobre los demás, o dejar que éstas nos influyan o no, si somos capaces de darnos cuenta de que están ahí.

Tomar por verdaderas ciertas predicciones es la causa de que acaben convirtiéndose en realidad. Este concepto de profecía autocumplida está presente en la literatura universal y en el arte en general. Es tan antiguo como el propio género humano.

Sobre este tema hay incluso un mito que se remonta a los tiempos de la Grecia clásica, el de Pigmalión y Galatea. Pigmalión era el rey de Chipre, pero no era capaz de encontrar a una mujer acorde a sus exigencias, lo cual era normal, pues deseaba una mujer que fuese perfecta. Después de infructuosas búsquedas, decidió hacerse escultor y crear esculturas tan bellas y perfectas como fuese posible. A una de estas esculturas la llamó Galatea y acabó por enamorarse de ella. Afrodita, la diosa del amor, supo del amor que Pigmalión sentía por Galatea, así que le hizo cobrar vida y Pigmalión encontró a su reina.

Pygmalion priant Vénus d'animer sa statue, Jean-Baptiste Regnault

Este mito, que para muchos es desconocido, tiene muchos remakes a lo largo de la historia. Seguro que a muchos os sonará Dido y Elissa de Goethe, o la historia de Pinocho. La lista es extensa. ¿Qué podemos deducir de esto? Los mitos suelen reflejar con un cuento una realidad, se podría decir que: PODEMOS INFLUIR EN LOS DEMÁS.

Esto tiene una gran relevancia en nuestros tiempos, sobre todo a nivel social, educativo y por supuesto, laboral.

“Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”

Henry Ford

Si un trabajador recibe la aprobación de sus compañeros y jefes, es muy probable que su capacidad de trabajo y esfuerzo aumente. Él mismo esperará conseguir el objetivo, reforzado por la creencia de que todos a su alrededor también lo esperan. Este clima de esfuerzo, reforzado por la confianza, es clave para poder lograr nuestras metas.

Sin duda esto también podría ocurrir en sentido negativo, así que mucho cuidado con cómo tratamos a los demás, a nuestros alumnos, compañeros de trabajo, subordinados e incluso a nuestros hijos, porque podríamos tener una influencia mayor de lo que podamos imaginar. También mucho cuidado con lo que permitimos que nos afecte y lo que nos creemos de nosotros mismos por lo que han dicho nuestros profesores, compañeros, jefes, etc.

Las creencias que tenemos son unas herramientas muy poderosas. Usémoslas con responsabilidad. Como tratemos a los que nos rodean influirá en lo que acabarán convirtiéndose.

Estaremos de acuerdo en que no es lo mismo que tu profesor te diga, mientras te has quedado en blanco en medio de un ejercicio en la pizarra: “venga, piensa un poco, que seguro que lo sacas” a que te diga: “anda, siéntate, que no vales para nada”

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Cuando haces algo bueno en el trabajo y el jefe te felicita, tu motivación aumenta y tu esfuerzo aumenta con ella. Si en cambio este logro pasa inadvertido, tu motivación desciende y tu rendimiento con ella. Aunque también existe la AUTOMOTIVACIÓN, de efectos mayores si cabe que la que proviene del exterior. Pero ésta la abordaremos en otro artículo.

En cualquier caso, no olvidemos que todos somos valiosos, que todos somos importantes y que todos podemos conseguir aquello que de verdad nos propongamos.

Y no caigamos nunca en el error del pobre Rigoletto, de ir burlándose de los demás. Y sobre todo no cometamos la equivocación de creernos todo lo que se diga de nosotros.

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